Han sido tan sólo 13 horas de expulsión oficial y técnica (para algunos las 13 horas más largas de su historia, para otros 13 horas sin cambios y para otros 13 horas de alivio: por fin íbamos a tener una red social sin americanos en el mundo). Del mensaje "se ha establecido una ley que bloquea TikTok en Estados Unidos" al "como resultado del esfuerzo del Presidente Trump, TikTok está de vuelta en Estados Unidos" pasaron millones de capturas de pantalla y mensajes de auxilio público: como si un empresario, sin ser en ese momento presidente en funciones, tuviera el poder para devolver a la vida a 170 millones de creativos americanos (los que, supuestamente, usan activamente la plataforma de propiedad china, al año).

Saber exactamente lo que pasa es complicado: Donald Trump, quien inició todo este movimiento alegando en 2019 que la plataforma propiedad de ByteDance era una amenaza contra la seguridad nacional (su administración firmó en julio de 2020 la orden ejecutiva para prohibir TikTok si ByteDance no vendía sus operaciones en Estados Unidos a una empresa estadounidense), ahora inaugura su mandato con una notificación clara en los smartphones de esos 170 millones de americanos: "calma, aquí estoy yo para solucionar esto". Lo más curioso de todo es que no ha mandado el mensaje él, sino la propia plataforma china (risas). Y sí: ha conseguido una prórroga de 75 días con efectos inmediatos.

Mientras, corren las teorías de todo tipo: otra jugada de Elon Musk, la posible compra de Meta, los grupos de presión sionistas como AIPAC (American Israel Public Affairs Committee, quienes, supuestamente, quieren neutralizar la narrativa antisemita y anti-genocidio en TikTok), el contraespionaje de ambas potencias económicas y..., una de las más simples y realistas: que los americanos quieren controlar todas las narrativas masivas que ocurren en el ciberespacio. O bueno, otra también bastante clara: no existen oligarcas americanos en su board y eso ya no está permitido nunca más.

Como señala exhaustivamente Taylor Lorenz en UserMag, la realidad (circunstancial, quizá) es mucho más cruda todavía: lo cierto es que TikTok es todavía un bastión progresista, donde todavía existen más voces y creativos inclinados a la izquierda que a la derecha. Los posibles acontecimientos futuros podrían destruir esa tendencia y transformar TikTok en otro X (o, parte de X, como sabemos quiere Musk): un lugar donde las voces reaccionarias sean mayoría y la desinformación campe a sus anchas.

Lo que llamamos "creators economy" (mantengo las comillas siempre que puedo) está en serio peligro si todas estas plataformas que nos alquilan tecnología a cambio de nuestro contenido siguen por este camino. ¿Qué han hecho miles de estadounidenses viéndose venir lo peor estas últimas semanas? Marcharse, paradójicamente, a otra red social china (en idioma mandarín) que comenzó como lugar de intercambio de experiencias de compra, Xiaohongshu (RedNote), y que además tiene espíritu claramente comunista (como señala la propia Natalia Antelava de Coda en su último correo:  una plataforma que promueve el "patriotismo, el colectivismo y el socialismo").

De una notificación a otra han pasado sólo 13 horas; incluso la red social china ha incluido una referencia al Presidente electo Donald Trump por sus esfuerzos (risas.

¿De verdad necesitan las industrias creativas (y, en concreto, la industria musical) a TikTok?

Si ahora mismo la expulsión de TikTok fuera una realidad, el último gran fenómeno musical allí engendrado hubiera sido el de todos los puertorriqueños repartidos por el mundo adorando a Bad Bunny. Bueno, al menos uno de los que hemos tenido noticia: ocurren cientos de estos virales simultáneamente en otros nichos y burbujas sin que nos demos cuenta.

El nuevo álbum de Bad Bunny hubiera tenido el mismo éxito y relevancia sin ese viral en TikTok pero lo que debemos asumir es que un artista joven, independiente, emergente, observa TikTok como un cheat code; un atajo para alcanzar la popularidad muy rápido y, si se toman buenas decisiones después, poder mantenerse. Obviamente ven TikTok como una esperanza mayor que Spotify, las ventas de entradas en conciertos o la venta de merchandising. De todas estas, TikTok es la que pueda dar más por menos.

Digamos que aquí, el efecto Dunning-Kruger es inverso: el rendimiento real es mucho mayor al percibido (que ya es decir LOL). En otras palabras: la industria de la música lleva más de un lustro dependiendo de TikTok y casi podríamos decir que gran parte de la industria se ha reconstruido a marchas forzadas para cuajar y sacarle el máximo partido. Porque la industria musical necesita estar donde está la gente joven y donde la transmisibilidad es más alta.

Además de saciar como ninguna otra la sed de atención, TikTok ha dado una sensación virtual de centralización a la industria musical en estos años: todos y cada uno de los artistas musicales, jóvenes o no tan jóvenes, al igual que las discográficas y las marcas, sabían dónde había que acudir para petarlo. Sin TikTok (véase imaginando), volveríamos a algo peor: una industria necesitada de atención y mucho más fragmentada.

Como ya corrieron a dejar escrito en Vault.fm antes del apocalipsis de 13 horas, que TikTok desaparezca podría ser la forma de darnos cuenta que necesitamos (cada proyecto, cada artista, cada colectivo, cada sello) tener una comunidad centralizada y controlada. Ya sea a través de un correo electrónico y base de datos. Lo seguro es que no podemos dejar que nuestra audiencia y sus posibles migraciones dependan de una sola empresa tecnológica.

De todas las definiciones que he escuchado de TikTok en estos años (no es la primera vez que escribo sobre TikTok), la que más me convence sigue siendo "simulador de creatividad". La misma alude al contagio, la performance y la remezcla, principales comportamientos que tienen lugar entre creadores allí. La uso frecuentemente para expresar que TikTok no es creatividad sino que ha contribuido a consolidar una idea destructiva (aunque inevitable) de creatividad.

Así, nos debemos preguntar (haciendo un esfuerzo: somos americanos, nos privan del uso de TikTok de forma indeterminada): ¿De verdad queremos que regrese una aplicación que ha deteriorado tanto la creatividad?

Bootleg by @pelukini <3

TikTok ya abandonó a la industria musical...

TikTok perdió su feudo con Universal Music Group a principios de 2024, cuando el contrato de licencias entre la plataforma y la multinacional expiró sin que ambas partes lograran renovarlo. Hubo una retirada momentánea de la música de artistas como Adele o Justin Bieber de TikTok y el pulso se extendió hasta mayo del mismo año; la lucha no solo tenía que ver con una negociación al alza de las licencias, sino también con la sospechosa política de la plataforma en cuanto a la creación de contenido por inteligencia artificial.

En octubre del año pasado, también, TikTok rompió su acuerdo con Merlin, una agencia que representa a numerosos sellos y distribuidores independientes en todo el mundo. Bueno, no es que lo rompiera realmente: el acuerdo expiró y TikTok ni se sentó en la mesa a renegociar. Como resultado: miles y miles de artistas independientes (aquellos que mencionaba antes que ven con esperanza su actividad en la red social), son ahora oficialmente unos marginados.

Por si todo esto no fuera suficiente: a finales de noviembre, y derivado de ese forcejeo con UMG, TikTok cerró TikTok Music y todos los planes de competir con Apple Music o Spotify (y llevar a su mayor audiencia cautiva a un reproductor musical on demand) se esfumaron como si nunca hubiera existido.

A pesar de todos estos detalles, TikTok fue en 2024 (otra vez) la plataforma o lugar donde más música se descubre a diario.