024c es una suerte de compilación de signos y tendencias que nos servirán para comprender lo ocurrido en este 2024: una docena de ensayos y clasificaciones que usaré para plantear una radiografía de la industria musical, creativa y cultural. Una foto completa, con sus luces y sus sombras.
En su apartado de preguntas más frecuentes, Spotify dedica un pequeño espacio para su política de aumento de precios en las suscripciones:
Justificaciones parecidas fueron las que recibieron directamente en su correo electrónico los que ya eran usuarios de la plataforma en julio de 2023 y junio de este 2024. Son las fechas de los aumentos de precio consecutivos que Spotify ha lanzado para sus planes prémium (individual, duo, familiar): de 9,99 euros a 10,99 y tan solo un año después, los 11,99 euros actuales en el plan individual.
Datos y fechas que hablan por sí solas.
Entre esas dos fechas, que nos sirven como marco virtual, y concretamente en marzo de este 2024, Spotify anunció a golpe y platillo que plantaban cara a Audible (Amazon) incluyendo los audiolibros para todos los suscriptores de los mencionados planes prémium. Como ya pasó con los podcasts, la plataforma parece apostar fuerte y con mucha inversión por este formato: 150.000 títulos disponibles nada más anunciarse (pensemos en el nivel de inversión que supone esta adquisición de contenido, sabiendo que muchos autores tienen exclusividad con Amazon).
Ahora, los suscriptores de paquetes prémium, tendrían 15 horas de stream mensual en formato audiolibros (un libro se suele leer sólo una vez, en un promedio de más o menos 10 horas). Esta adhesión transforma ilegalmente esos planes en bundles, lo que favorece que la compañía sueca pueda reducir las tarifas de regalías mecánicas en Estados Unidos, esquivando el acuerdo "Phono IV" (donde se permite que ese producto, los bundles, tengan un descuento en las tarifas de pago de regalías) acordado entre la propia Spotify, Apple Music, la NMPA, la Nashville Songwriters Association International (NSAI) y la Digital Media Association (DiMA) en el año 2022 (el acuerdo se renueva cada 5 años).
Según una estimación de Billboard, este pequeño trick de Spotify, incluyendo más contenido en sus planes prémium y transformándolos en bundles, haría perder unos 150 millones de dólares al gremio de los autores y compositores, tan sólo en regalías mecánicas. El análisis de Billboard se realizó antes de la segunda subida de precios, por lo que ahora mismo estaríamos hablando de una suma mucho mayor.
Tan solo un mes después y motivados, en gran medida, por esta curiosa actualización de sus productos, apareció el proyecto de ley titulado Living Wage for Musicians Act, encabezado por Rashida Tlaib y Jamaal Bowman y presentado en la Cámara de Representantes de los EE.UU., teniendo como objetivo primordial abordar las disparidades en los pagos de regalías a músicos en la era del streaming digital.
La propuesta quiere promover la creación de un fondo de compensación para artistas (similar a SoundExchange) que esté administrado por una organización sin fines de lucro, eliminar los intermediarios en los pagos a los músicos, establecer un límite para las regalías por canción (redistribuyendo el exceso a otros artistas) e imponer un pequeño cargo adicional en las suscripciones que ayude a financiar el susodicho fondo.
Dentro de toda esta sucesión (o más bien, degradación) de acontecimientos no he mencionado lo más importante: el cambio drástico que Spotify efectuó a su ya injusto modelo pro-rata a principios de 2024. Este cambio aumentaba de 100 a las 1.000 reproducciones los mínimos que tiene que sobrepasar una canción para comenzar a recibir regalías.
Tan sólo con estos datos, repartidos en una línea temporal, ya observamos la tendencia de la compañía, dueña del mayor volumen de mercado en el mundo del streaming musical: aportar cada vez menos valor y perjudicar cuanto sea posible a los artistas (sobre todo medianos y pequeños), quienes observan sacarle algo de rendimiento a la plataforma como algo utópico.
¡Por fin rentable! → ¡Todo pinta fatal!
Hace tan solo una semana aparecía en el Hollywood Reporter esto: Spotify Hits 252M Premium Subscribers, On Track For First Full Year of Profitability. Según se puede leer en el artículo y adivinar por el titular, la plataforma está viviendo su primer año de rentabilidad desde su salida al mercado, incrementando en un 12% sus suscriptores de pago con respecto a 2023 (en el momento de la publicación del artículo, unos 252 millones).
Según otro análisis, lo que está pasándole a Spotify en este tercer trimestre de 2024 supera cualquier previsión; es por esta razón por la que ejecutivos de la compañía han comenzado a vender acciones frecuentemente para embolsarse grandes sumas de cash. Entre ellos, aunque no el más infame, está su CEO Daniel Ek: hasta cinco cash outs en un año, desde el verano pasado, ascendiendo la suma total a 376,3 millones de dólares de beneficios.
Pero no nos dejemos llevar por la falta de contexto: en 2017, aunque las cifras eran menores, ya ocurrían las mismas dinámicas de extracción de abajo a arriba: la suma total de beneficios que los altos ejecutivos de Spotify se embolsaban hace unos 8 años llegan a casi 26 millones de dólares.
Algunos de los puntos de vista que se han repetido han sido estos: "Daniel Ek ha hecho más dinero con Spotify que ningún artista musical en la historia". "Daniel Ek tiene un patrimonio neto superior al de las dos grandes estrellas globales, Drake y Taylor Swift". "Si convertimos el beneficio que Daniel Ek ha conseguido con Spotify en los últimos 12 meses, el equivalente serían 115.000 millones de streams en la plataforma".
A pesar de que los tabloides prefieren hacer sangre con Daniel Ek y su equipo, no me quiero imaginar lo que otros ejecutivos (de fondos de inversión o precisamente de grandes discográficas como Universal Music Group) se están embolsando a costa de los artistas. Al final es una manera de canalizar el odio colectivo contra un objetivo único, pero Daniel Ek simplemente ha hecho lo que haríamos nosotros también en su misma situación: canjear el valor de sus acciones en el mejor período de la plataforma desde su creación.
Los números son absolutamente favorables para Spotify (con el cierre de TikTok Music, aún más): incluso supera en su valor de mercado a dos de las grandes multinacionales, cambiando la tendencia (también) por primera vez. Al mismo tiempo, y aunque el crecimiento de la industria no deja de crecer, esas multinacionales (en concreto UMG y Warner), han visto como su valoración de mercado cae de forma considerable.
¿A qué se debe esta divergencia? ¿No deberían también crecer las valoraciones de estas editoriales si precisamente son las que poseen el contenido que se distribuye en Spotify?
No tengo respuestas concisas, pero sí más síntomas: Universal tuvo que despedir a gente este año y Warner también para mantener sus estándares, mientras decrece la inversión en nuevos talentos y se destina más a la adquisición de catálogo. Ah! Y parece que hay un auge de un nuevo artista independiente y que su música ya no depende/llega de esas grandes discográficas (y esos jóvenes talentos también tienen la percepción de que pueden alcanzar el éxito por su cuenta y no las necesitan para nada).
Lo que sí parece estar claro, empatizando con estos datos que afectan exclusivamente a Spotify, es que pagar 11,99 euros al mes por toda la música del mundo sigue siendo una ganga.
Todo pinta fatal: el cartel de Spotify tiene todavía margen de subida de precios de sus paquetes, a pesar de que parece que su crecimiento de usuarios puede estancarse, o al menos, verse en gran medida afectado por todos aquellos que, poniendo la ética por delante, deciden marcharse de la plataforma debido a su frustración por la descapitalización artística.
La sensación es extraña, como de desasosiego: Kyla Scanlon lo ha llamado vibecession, que es cuando los signos de optimismo económico no sintonizan con las sensaciones generalizadas a pie de calle XD.
Daniel Ek cree que "el coste de crear contenido es cercano a cero".
Nada puede ir bien cuando el líder de un auténtico oligopolio (Spotify, Amazon, Google y Apple dominan este mercado, representando el 84% de los ingresos de la música grabada en EE.UU.) expresa públicamente que "el coste de crear contenido hoy en día es cercano a cero".